Una de las preguntas más recurrentes que tenemos cada día es por el mañana, por su forma y lo que contiene, sus colores y sonidos, lo que traerá, por lo que pasará y se resolverá en el futuro próximo. Nuestra imaginación, por lo general, proyecta un buen mañana, un lugar seguro y cómodo donde podemos vivir nuestras vidas de manera ideal, una utopía, aunque en otras ocasiones esa proyección no se ve, no tiene forma y es incierta.

Imaginar y habitar el mañana es una incógnita que nos acompaña. No sabemos cómo será en esta ciudad que compartimos o dónde podremos estar ¿Qué cambiará?  ¿Serán muchos los mañanas?  ¿Permanecerá el pasado en el mañana? ¿Cuál será nuestro rol en el nuevo día? ¿Lograremos habitar un mañana mejor?

Muchos escritores han utilizado su imaginación para explorar ese lugar aún inhabitado. Arthur C. Clarke, en El fin de la infancia, examina las consecuencias de un cambio radical en la humanidad, un mañana donde la humanidad se ve desafiada a repensar su lugar en el universo mientras busca un «buen vivir», aunque a un costo incierto. En Hombres como dioses de H.G. Wells, la visión de un futuro aparentemente avanzado, pero con desafíos humanos complejos, nos invita a reflexionar sobre lo que realmente significa un futuro mejor: uno que no se base en la perfección, sino en la transformación constante y la adaptación. Ursula K. Le Guin, en Los desposeídos, imagina una sociedad alternativa que, sin ser perfecta, se esfuerza por construir una convivencia basada en la cooperación, la ética y la sostenibilidad, proyectando un mañana donde la utopía se ensaya, no se impone. Por su parte, Octavia E. Butler, en Parábola del sembrador, ofrece una visión del futuro marcada por el colapso ambiental y social, pero también por la resiliencia, la fe en el cambio y la capacidad de la humanidad para reinventarse y construir nuevas formas de comunidad.

Te animamos a desafiar el presente y a explorar lo que va más allá de lo evidente, escribir sobre tantos mañanas como sean posibles. Imagina un mañana, pero con un avance hacia lo que realmente importa: la equidad, la sostenibilidad ambiental en convivencia con los otros y los demás animales. Así, lo utópico se convierte en algo más cercano, construido desde la realidad, pero proyectado hacia lo desconocido.