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Relámpagos poéticos en la Fiesta —Segunda entrega— 

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Este año, la Fiesta del Libro y la Cultura tuvo un espacio especial dedicado a la poesía: la franja Relámpagos de lo imposible, que se vivió todas las noches durante los diez días del evento, en el Auditorio EPM (tarima de Carabobo).

La poesía iluminó el cierre de cada jornada con voces que cruzaron geografías, generaciones y sensibilidades. Poetas de Colombia, España, México, República Dominicana y Argentina compartieron sus versos en un encuentro íntimo con el público, donde la palabra se convirtió en lumbre y lo imposible se hizo presente. Fue un espacio donde la poesía encontró su lugar en medio del movimiento, las risas y conversaciones que venían y se iban. Las voces poéticas lograron abrirse camino, sostenerse, invitar al silencio por un momento. Allí, la palabra se hizo presencia, leve y persistente, como una chispa que atraviesa la noche.

Reunimos diez relámpagos, diez poemas de algunos de los y las escritoras que hicieron parte de esa experiencia. En sus destellos queda el eco de esos encuentros y la huella de las palabras que, entre tanto ir y venir, lograron quedarse.

Aquí compartimos la segunda entrega.

Lee la primera aquí.

Tania Ganitsky
Colombia, 1986

(sin título)

Dejo de existir en el planeta Tierra. En este, que no es el mejor posible sino uno menos efectivo, menos desarrollado y más embrujado, estamos acompañados. Todo viene descompuesto a excepción de la ternura de los drogados que se quieren y cuidan en una rave.
Franco Rivero
Argentina, 1981

Pulso

la armonía es escuchar que un grillo no se superpone a un sapo ni a una rana y uno entiende sin dificultad sapo rana grillo yo que no tengo armonía algo que hago siempre es acostarme de noche boca arriba en la ruta casi nadie pasa aquí pero no hay silencio y sobra vía láctea acostado así entonces mi corazón late pequeño entre todo y soy un anfibio un insecto más que entona por instinto mi soledad me vuelve afín me pone en la misma dirección que el campo pulso del mundo suena tan bien lato tan bien de anfibio o de insecto en el mundo
Marta Quiñónez
Colombia, 1970

Soy Marta

Mi nombre es grito de guerra y de amor Mi nombre algarabía y silencio síntesis entre el tumulto y la soledad Mi nombre alarido amurallado en la memoria sinónimo de amores trashumantes antónimo de gloria y se parece mucho a la desolación Mi nombre una canción ya cantada el cielo donde danza el águila la carroña donde se alimenta el buitre Mi nombre es presagio de los días sin agüeros Soy Marta y soy mi salvación No me abandono me huyo y me encuentro no me abandono
Munir Hachemi
España, 1989

no-ciprés (a Julián Rodríguez)

mañana iré hasta cáceres y veré a julián en cada cosa estará en la trayectoria de las aves impasibles. en la orfandad táctil del volante en la textura rugosa de mis venas a los desalentados cipreses julián no servirá por alimento tal vez dé un roble, quizá un olmo (mi padre no me otorgó el nombre de los árboles) julián será las hojas de ese sauce de una forma íntima y precisa y nosotros que leemos a su sombra veré a julián también en la sorpresa potencial de aquellos que ignoran que los átomos del árbol improbable que las raíces que ahondan en su tórax que sus ramas que bracean hacia el cielo
Albalucía Ángel
Colombia, 1939

Sueños del agua

seré lluvia serena compañera de viaje en tiempos sin campanas mientras buscas el nido donde dejar tus sueños y colgar una hamaca de amanecer a amanecer seré lluvia fugaz de madrugada lluvia de llanto dulce seré la lluvia del retorno