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Grámmata, el lugar donde los libros te encuentran

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Una casa para sumergirse en libros, tomarse un café, compartir con amigos, conversar con un librero que primero amó la química, y que por azares del destino, terminó cayendo en las redes de cientos de libros.

En la bitácora de la memoria, Wilson Mendoza ha escrito su historia como librero. A la par, su curiosidad por las maravillas que hay en la profundidad del mar y la pasión por la madera emergen en sus palabras. Wilson es también instructor de buceo y carpintero empírico. “Hago cosas sencillas”, aclara con modestia. 

En la urdimbre compleja de la vida, los diversos saberes de Wilson se cruzan de forma casi poética. Quiso aprender a bucear cuando leyó Veinte mil leguas de viaje submarino, deseaba ver con sus propios ojos lo que Julio Verne escribió: “De ser posible encontrarme con él, le contaría lo que he visto, porque él todo lo imaginó”.  

De su oficio de carpintero se alimentan sus tres librerías ubicadas en Laureles, Estadio y El Poblado. Las estanterías de Grámmata son fabricadas por él mismo. Para Wilson es clave la concepción de los espacios, porque quiere que las personas sientan un ambiente hogareño, lejos de la frialdad que puedan transmitir las luces blancas de los centros comerciales. 

Con 27 años de experiencia en el terreno de los libros, Wilson hace memoria de sus inicios en este mundo cautivador. Su primera casa fue la Librería de la Universidad de Antioquia, un lugar que habitó durante 11 años y que recuerda con aprecio. Sus días se dividían entre las clases del pregrado en Química y la inmersión en los títulos del inventario. Afirma que la nostalgia que le dejó esta experiencia lo impulsó a abrir Grámmata, pues quería replicar una librería hecha para conversar, recorrer y encontrarse con amigos. 

Por 9 años impulsó y lideró Acentos en la Universidad EAFIT, allí sumó amigos y contactos. Al final de este capítulo, Wilson recibió varias ofertas para emprender con otras personas el proyecto de una librería, puesto que a esta altura, ya era reconocido en el medio como una persona con gran capacidad de gestión. Ninguna de estas iniciativas se materializó, por ello tomó la decisión de arriesgarse y abrir su propia librería. 

En una pequeña oficina se instaló con algunos libros. Pronto el espacio no fue suficiente, quería que sus clientes se sintieran cómodos. Mientras buscaba una sede para su primer librería, pensó en un nombre que había diseñado en algún momento con otros profesores amigos. Partieron del vocablo griego grammatikḗ, que significa «arte de las letras», y en un juego de palabras terminó siendo Grámmata.

Wilson dice que los lugares en lo que están sus librerías lo han elegido a él, en una suerte de coincidencias maravillosas. Su principal sucursal es en el barrio Estadio, un hogar para los libros con dos salas de estar, una con sillas y peluches para los más pequeños. En una ocasión entró a su local una pareja con su hijo, el niño iba en bicicleta y recorrió la librería en sus dos ruedas. Este fue un hecho asombroso para sus padres: “Es el primer lugar donde nuestro hijo puede hacer esto sin problemas”. 

Otra anécdota que está latente en su memoria, es la visita de una mujer preocupada por los hábitos de lectura de su sobrino: “¿Cuál me recomienda para que él se enamore de los libros?”, Wilson pensó que unos cuentos cortos pero envolventes podrían motivarlo, así que le sugirió Crímenes de Ferdinand von Schirach. Al cabo de los días, el joven volvió a la librería ávido de más historias y aventuras. 

“Es que primero son clientes, luego se vuelven lectores y, en poco tiempo, terminan siendo amigos”, esto piensa Wilson sobre su relación con los visitantes de Grámmata, ya que para él no se trata solo de vender, sino de difundir conocimiento, disfrutar de una galería de arte, encontrarse para trabajar en colectivo o ver una película. De esta forma, en sus tres sucursales se llevan a cabo actividades de todo tipo, de acuerdo a las posibilidades que ofrece el espacio.

Esta inspiración es compartida por Luis Alberto Arango, librero de Palinuro, quien en 2015 aceptó la invitación a establecer su negocio en el segundo piso de la sede del Estadio. “Es un aliado perfecto”, asegura Wilson, puesto que muchos lectores quieren llevarse a sus casas libros leídos. En la variedad está el placer, dice el refrán, y es por ello que en Grámmata hay un lema: ¡Encontramos tus libros!

Wilson es conocido por contar con diversidad de títulos y tener contactos en librerías y anticuarias de España, Argentina, México, entre otros países. Sus clientes y amigos le solicitan constantemente libros que se encuentran en otras latitudes, por esto afirma que internet es una herramienta básica para él, allí está pendiente de las novedades, consulta la disponibilidad de ejemplares en otros lugares y se mantiene al día de lo que está llegando a las librerías.

Para aquellos que quisieran emprender en el mundo de los libros, Wilson es contundente al decir que no es un negocio para hacerse rico, sino más bien una aventura quijotesca, que requiere de amor, constancia y fuerza en momentos de incertidumbre: “Quien sea librero necesita pasión”.