En 2025 se conmemorarán los 350 años de la Villa que hoy es Distrito de Ciencia, Tecnología e Innovación. Como un libro abierto, la ciudad invita a recorrer sus calles y a descubrir, entre sus emblemáticas edificaciones y archivos fotográficos, el pasado que aún vive bajo sus cimientos.
Cumpleaños 349 de Medellín: orígenes, tradiciones y memoria histórica de los antepasados
Ese lugar que se sitúa entre las montañas que rodean este Valle de Aburrá ha trascendido del ayer al mañana, del pasado al presente, de lo tradicional a lo moderno, de lo rural a lo urbano. Pero la historia de Medellín no ha sido fácil. Su propio nacimiento estuvo colmado de dificultades, vivió momentos dramáticos que parecían sumirla en un abismo, pero el espíritu de pujanza y fortaleza, que acompaña a los hijos e hijas del corazón de Antioquia, superó las tribulaciones de su leyenda narrada por generaciones.
La red cultural del Banco de la República de Colombia señala en su sitio web que: “el 2 de noviembre de 1675 se dictó auto de erección de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín. Este nombre fue puesto en agradecimiento con Don Pedro Portocarrero —conde de Medellín— quien intercedió ante el Concejo de Indias para que se aprobara su fundación. El padrón de almas levantado en aquella ocasión registró 280 familias y 3000 personas dispersas en el valle”.
La historia se convierte en un libro abierto que nos invita a descubrir un viaje en el tiempo entre las calles más emblemáticas, sus edificaciones patrimoniales, sus archivos fotográficos y documentos de antaño; la curiosidad hace que uno no puede evitar preguntarse sobre los secretos que yacen bajo los cimientos de esa Medellín que emprendió su camino en aquel siglo XVII.
Para Carlos Gaviria, historiador de la Universidad de Antioquia, magíster en Urbanismo y Medio Ambiente en la Universidad Eafit, además de fundador y editor del sello Pulso & Letra Editores, explica que en ese momento eran demasiados los cambios políticos, económicos, académicos y religiosos que se afrontaban en la época por la culminación de la trashumancia española.
Los registros históricos señalan que, por medio de una Cédula Real de la Reina Mariana de Austria, la cual fue emitida en 1674, se le otorga el título de Villa y el 2 de noviembre de 1675 se establece como la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín. Gaviria Ríos manifiesta que “esa fundación de 1675 recoge todos esos intentos urbanísticos, da un orden y oficializa la presencia definitiva de estos descubridores y conquistadores del nuevo mundo en el Valle de Aburrá. Entonces, es un cumpleaños muy bonito porque nos sirve para hacer este tipo de reflexiones. Además, nos ayuda a comprender nuestra propia historia y también a recordar aquellos de quienes no hemos contado su historia lo suficiente, que es la presencia indígena de los primeros pobladores, quienes nos han dejado una gran cantidad de pistas y huellas arqueológicas que nos ayudan a entender que el valle, antes de la llegada de los españoles, ya estaba poblado, y que esos habitantes tenían sus dinámicas, sus sociedades y su presencia en estos territorios”.
Descubre aquí parte de la historia por medio de la voz narrativa del periodista Ricardo Aricapa.
En el siglo XVI, el explorador Jerónimo Luis Tejelo divisó el Valle de Aburrá desde las montañas del sur, nombrándolo inicialmente San Bartolomé de los Alcáceres. Años más tarde, este lugar se convirtió en El Poblado, hogar de diversas comunidades indígenas, como los Yamesíes, Niquías, Nutabes y Aburraes. En el caso de los afrodescendientes, aunque se cree que su llegada se dio tras la oficialización de Medellín como Villa, los relatos históricos señalan que los hijos de África siempre han estado en el territorio durante años y se han integrado paulatinamente al dinamismo de la ciudad.
En el siglo XVI, el explorador Jerónimo Luis Tejelo divisó el Valle de Aburrá desde las montañas del sur, nombrándolo inicialmente San Bartolomé de los Alcáceres. Años más tarde, este lugar se convirtió en El Poblado, hogar de diversas comunidades indígenas, como los Yamesíes, Niquías, Nutabes y Aburraes. En el caso de los afrodescendientes, aunque se cree que su llegada se dio tras la oficialización de Medellín como Villa, los relatos históricos señalan que los hijos de África siempre han estado en el territorio durante años y se han integrado paulatinamente al dinamismo de la ciudad.
“El cumpleaños de Medellín es una oportunidad para reflexionar sobre esos procesos que han dado la ciudad y que han ayudado a transformar cultural y políticamente al país como fue la independencia. El esclavo cuando se libera no tiene donde ir, al quedar en libertad no tiene derecho a una indemnización o las cesantías. Prácticamente, el esclavo se quedó sembrado en el territorio donde había obtenido su libertad y en unas situaciones muy difíciles porque ya tenía que empezar a buscar su propio sustento por fuera de la hacienda en la que era esclavizado, o mirar en qué condiciones debía seguir trabajando allí y cómo se le iba a pagar. Fueron años muy difíciles, pero también años donde la ciudad y su población aceptó la integración poco a poco de este tipo de personas y, hacen hoy en día lo que es nuestra identidad diversa, plural y abierta; una identidad donde nos aliamos todos”, expuso el historiador, Carlos Gaviria Ríos.
Los relatos históricos también se cuentan a través de la narrativa con las imágenes. Tuvimos la oportunidad de conversar con Jackeline García, profesional en Ciencias de la Información en el Archivo Fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina.
La Ciudad de la Eterna Primavera se convierte en un estilo de vida para muchos y en la inspiración de cientos de textos literarios que hacen suspirar con las palabras y las letras las historias que ha plasmado la capital antioqueña en estos 349 años de fundación.
“¡Oh, mi amada Medellín, ciudad que amo, en la que he sufrido, en la que tanto muero! Mi pensamiento se hizo trágico entre tus altas montañas, en la penumbra casta de tus parques, en tu loco afán de dinero. Pero amo tus cielos claros y azules como ojos de gringa”, poema de Medellín a solas de Gonzalo Arango fue un escritor, poeta, periodista, prosista y dramaturgo antioqueño.