Convocatoria muestra comercial 17.ª Parada Juvenil de la Lectura

“Como mujer quise ver la ciudad desde mi lugar ”: Elizabeth Builes

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La creadora de El ruido de la selva, el Cuentico Amarillo número 13, conversó con nosotros sobre su trabajo inspirado en el Libro de la selva de Rudyard Kipling, la obra literaria invitada a los Eventos del Libro.

Una famosa canción del salsero Héctor Lavoe dice que “la calle es una selva de cemento” y quizás cada una de las calles de Medellín tiene una historia para contar, personajes y formas de vivir que son el retrato de la pluralidad de un territorio.

Un puente que llaman ‘El Mico’, un edificio que tiene por nombre ‘La Ceiba’ o un barrio conocido como ‘El Bosque’, constantemente nos recuerdan las fuertes conexiones de nuestra ciudad con la selva, de la que somos producto y reflejo.

Precisamente, Medellín y sus habitantes en relación con la selva, fue una de las principales inspiraciones para la artista plástica e ilustradora Elizabeth Builes, quien es la autora de El ruido de la selva, el Cuentico Amarillo número 13, inspirado en el Libro de la selva del escritor británico y nacido en la India, Rudyard Kipling. Con Elizabeth conversamos sobre su profesión y algunos detalles de la creación que este año presenta para toda la ciudad.

¿Cómo empezó en el mundo de la ilustración?

Durante mi carrera de artes plásticas siempre me gustó dibujar. Cuando me gradué no tenía muchas oportunidades laborales. Lo único que se me empezó a presentar fue la ilustración y me decidí a iniciar por ese camino. Entré a talleres, a averiguar más, me terminó gustando mucho y fue algo que reafirmé cuando en 2013 gané el concurso de ilustración de la editorial Tragaluz para participar en el libro Johnny y el mar, de la escritora Melba Escobar. Gracias a este premio aparecieron nuevas oportunidades con otras editoriales y ahí continué.

Usted trabajó por dos años como ilustradora científica, ¿cómo fue esa experiencia?

Sí, fue en el herbario de la Universidad de Antioquia. Este tipo de ilustración está enfocada tanto en la divulgación como en las necesidades de los investigadores para cumplir su labor. Un ilustrador en este campo lo definiría como un técnico en dibujo o delineante de arquitectura; es alguien que puede tomar una descripción científica, por ejemplo de un taxónomo y plasmarla en un dibujo de una forma muy esquemática. La otra parte de la ilustración científica, con fines divulgativos, sí es un poco más narrativa y permite mayor libertad expresiva.

Luego de un recorrido por la ilustración infantil, por experiencias como la científica y la colaboración para muchas publicaciones, ¿qué representa ser la ilustradora del Cuentico Amarillo?

El Cuentico para mi es la publicación más importante de la Fiesta del Libro y lo empecé a tener muy presente desde que una amiga fue su ilustradora en 2011. En ese momento yo apenas estaba conociendo el mundo de la ilustración, me llamó mucho la atención y año a año se fue convirtiendo en un referente, siempre lo espero. La invitación para ilustrar esta edición la recibí con mucha alegría, pero también con algo de nervios por lo que significa esta responsabilidad de hacer algo que me gusta mucho y que también le agradara a la ciudad. También lo asumo como un reconocimiento que puede hacer la ciudad a mi trabajo y una gran motivación para continuar con él.

¿Cuál fue su principal inspiración o referente dentro del proceso creativo?

Como la mayoría de las personas, yo tenía en mi cabeza el imaginario del Libro de la selva propuesto por Disney. Yo empecé a leer la obra literaria y, a partir de su desarrollo, me encuentro con unas conexiones más profundas que hablan de la dualidad que puede existir entre esta ciudad y la selva. De ahí quise partir.

¿Cuáles son esas relaciones que encuentra entre la selva y esta ciudad?

Acá todavía se vive de una manera muy salvaje a la hora de reaccionar frente a muchas situaciones y no lo digo en sentido negativo, hablo de la forma experimental como muchas personas aprenden a vivir y construyen la ciudad; por ejemplo en las periferias de una manera muy orgánica y con los recursos limitados de los que disponen. Se me ocurrió pensar en Shere Khan, el tigre de la obra que no es muy aceptado en su entorno, tiene un carácter vengativo y desea el poder, pero igual está ciego y cojo. Él sigue siendo una sombra que a veces genera temor y eso a veces sucede en Medellín, hay una sombra que da miedo, pero al final es una sombra y todos buscamos la manera de convivir con ella. Así que un día en Instagram vi el tigre de esa popular cobija que muchos tienen en sus casas y creo que él engloba todo lo que yo quería contar en la obra, por eso lo escogí como portada.

Y en el resto de la obra ¿cómo decidió desarrollar el asunto gráfico?

Mi primera idea fue traducir y relacionar personajes de la obra con la ciudad y dotarlos, así como Kipling, de actitudes y valores muy definidos. Sin embargo, decidí centrarme mucho más en Mowgli, que significa ‘la rana’, y ese por ejemplo me pareció un muy buen apodo que quizás alguno de nuestros amigos pueda tener. A partir de allí lo ubiqué en un barrio periférico de la ciudad desde donde empieza un recorrido que podría ser muy natural hasta el centro.

¿Cuál es la decisión para que el personaje que inicialmente es un niño termine convertido en una niña?

Yo estaba con la idea inicial de incluir a muchos personajes, pero en vista de lo breve del formato, me di cuenta que debía centrarme en el personaje principal. Como mujer quise ver la ciudad desde mi lugar y no podía contar una historia siendo un niño. Mi lugar en la ciudad era necesario representarlo en la obra. Allí quizás también se sientan identificadas muchas mujeres.

¿Qué otros materiales o actividades le sirvieron como insumo creativo?

La imaginación no sale sola, se alimenta. Cuando pensé en el recorrido en la ciudad de día, se me vino a la cabeza un poema de José Manuel Arango que se llama ‘Ciudad dos’ y en eso me inspiré. También pensaba mucho en Helí Ramírez, quien retrataba habitualmente la ciudad desde las periferias. Hice algunos recorridos que estuvieron interrumpidos por la cuarentena y me quedé con lo que ya había visitado. También hice recorridos a través de mapas virtuales y un amigo fotógrafo me compartió imágenes suyas de la ciudad. Lo que hice fue como un ‘Frankenstein’ de Medellín tratando de recrear cosas en las que la mayor parte de la ciudad se sintiera identificada. 

¿Qué percepción general tiene sobre Medellín? y ¿quedó plasmada en el Cuentico?

Medellín es una ciudad de muchas realidades que se sobreponen y se mezclan constantemente. Es un lugar en el que confluyen muchas realidades y cada individuo aporta a eso. La ciudad son muchos mundos al mismo tiempo y cada uno lo ve de una forma distinta. A eso también apunta el Cuentico, el hecho de tener dos lupas, una azul y una roja para leerlo, es el mensaje para que cada quien observe y redescubra su propia ciudad.

*A través del mapa interactivo de la 14.ª Feria Popular Días del Libro puedes acceder a la versión digital de El ruido de la selva. También te invitamos a explorar la colección del Cuentico Amarillo y compartir estas historias en familia.