El Acontista: un oasis de libros en el centro de Medellín

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Por: Olga Lucía Pérez Molano

“Yo, señor, soy acontista. Mi profesión es hacer disparos al aire. Todavía no habré descendido la primera nube. Mas la delicia está en curvar el arco y en suponer la flecha donde la clava el ojo”;

así es la vocación del librero, utópica y quijotesca, con un universo inconmensurable ante sus ojos y con un sentido especial para guiar a cada persona en el descubrimiento de un nuevo mundo.

León de Greiff con su poema Relato Guillaume de Lorges, inspiró el nombre de El Acontista, este lugar ubicado en el corazón de Medellín. Dentro de su estructura antigua se encuentra, en el primer piso, un restaurante que encierra, a eso de las tres, un agradable olor a café vespertino y los sonidos agitados que produce la ciudad.

Al subir las escaleras, esos sonidos se van disipando paulatinamente hasta convertirse en jazz; se comienza a apreciar una gran cantidad de estanterías llenas de libros de todos los colores, que casi tocan el cielo y se integran a los cuadros de escritores y músicos, además de las mesas que dan la posibilidad de reunirse con amigos a conversar y compartir un café.

En medio de los libros, con una gran sonrisa en el rostro, está Alejandra Cifuentes, una mujer apasionada, siempre con la mejor actitud para atender a quienes llegan. Ella es la administradora y librera, guía a las personas al encuentro con nuevos mundos, recibe los pedidos, atiende a los visitantes y se encarga de cuantas labores resulten de manera intempestiva.

Alejandra es Ingeniera de Sistemas de profesión, pero el azar la llevó a convertirse en librera de vocación. Llegó a este mundo porque al terminar su práctica en la Librería Científica, le ofrecieron quedarse trabajando como cajera mientras encontraban una oferta que se acomodara a su carrera, pero fue gracias a sus grandes maestros: Marta Múnera, Sigifredo y Bárbara, que entendió que su vida eran los libros, a partir de ahí emprendió un largo viaje con ellos.

También estuvo en la Librería Acentos de la Universidad EAFIT, donde tuvo la oportunidad de comprender los textos especializados; en la Librería Interuniversitaria, aprendió todo lo relacionado con el bodegaje. Luego de estos pasos, Alejandra adquirió un conocimiento holístico del mundo literario.

En 2011, motivado por su pasión por la literatura y la cultura, Ricardo Lopera, dueño de El Acontista, decide montar la librería en el segundo piso del restaurante. Al buscar una persona, el nombre de Alejandra llegó a los oídos de Ricardo como la persona idónea.

La librería desde sus inicios fue organizada de manera estratégica, por un lado está ubicada la literatura universal, latinoamericana y colombiana, por otro, los libros infantiles y juveniles, en la parte superior tienen autoayuda. Con el paso del tiempo, el área de derecho se hizo un espacio entre las vastas estanterías.

Así mismo, durante los siete años de vida de El Acontista, Alejandra y Ricardo han visto ante sus ojos la necesidad de estar en constante innovación, por eso han emprendido el viaje de las redes sociales y las ventas virtuales, gracias a esto han logrado aumentar su público y diversificarlo. Esto sin dejar a un lado sus eventos culturales de música y literatura, que les permite dar a conocer este oasis del centro.

A pesar de tener una gran variedad de visitantes con distintos gustos, tienen autores que no pueden faltar dentro del inventario, porque siempre hay alguien que llega preguntando por él, por ejemplo, el estadunidense John Katzenbach con su libro El psicoanalista; el portugués Fernando Pessoa con sus poemas y el estadunidense Henry James. De manera personal, los autores que acompañan a Alejandra en su vida son Sándor Márai, Fernando Pessoa y Antón Chéjov, porque a pesar de pertenecer a épocas pretéritas, siguen vigentes.

Hasta el momento Alejandra ha tenido un sinnúmero de aprendizajes y satisfacciones en El Acontista, las que más la han marcado han sido: ver cómo la librería ha aportado a la estructuración del hábito de lectura de niños y jóvenes a través de los años, y la creación de un club de lectura sólido con clientas que tienen un gran interés por la literatura y con las cuales ha formado un lazo de amistad.

El sueño de Alejandra es seguir trabajando fuerte para tener la librería siempre por lo alto, y que cada día las personas reconozcan El Acontista como un café – restaurante, pero también como una librería, un espacio que permite abstraerse de la realidad e inmiscuirse en nuevos mundos.