Por: Olga Lucía Pérez Molano
El resplandor es el brillo diáfano que emana de los cuerpos luminosos e irradian los senderos después de una oscura noche. Lina González, luego de vivir un momento de crisis en el que todo se le vino abajo, encontró un destello de luz que le dio toda la vitalidad para seguir adelante y la guió hacia la creación de su librería. La superación de sus dificultades, a pesar de las dudas, le dio la certeza de que el nombre debía ser Resplandor.
Dentro del centro comercial Unicentro, cerca de la entrada principal, por la avenida Bolivariana, se encuentra la librería Resplandor. Un lugar iluminado en el que prepondera el color blanco que transmite un deseo por permanecer. Lo primero que se vislumbra a la entrada es un octágono con las novedades que llegan sin falta, cada mes del año; al fondo, en la recepción, está Lina, la persona que con libros le dio vida a esa esquina.
Ella, a pesar de llevar dos años con la librería, tiene una amplia experiencia en el sector. Desde los 16 años está vinculada con el medio, cuando le colaboraba a su novio, hoy esposo, en su local en el Centro Comercial del Libro y la Cultura. Allí le cogió amor a los libros y adquirió un amplio conocimiento, hasta que entre muchas dudas y miedos se le cumplió el sueño de tener su propio espacio en un centro comercial. Sabía que el camino no iba a ser fácil porque implicaba nuevos proveedores, enfrentarse a otro público, buscar ingresos, conseguir otro espacio… pero decidió seguir adelante.
Con su esposo empezaron a buscar lugares en la ciudad, les ofrecieron segundos pisos, pero no se atrevieron, era una nueva aventura y no sabían qué tal iba a ser el resultado. De tanto averiguar, les llegó el rumor que iban a cerrar la Librería Científica; un año después, recibieron una llamada que les confirmó lo que habían escuchado y con mucho trabajo se abrieron un espacio en el lugar donde esta no dejó rastro.
Los comentarios que más escuchaban eran: “muy verracos ustedes meterse en este proyecto, sabiendo que los libros ya nadie los compra”, también les dijeron: “los primeros seis meses van a ser llenos de pérdidas, porque a un emprendimiento nuevo hay que tenerle mucha paciencia e incluso algunos nunca prosperan”. Eso los llenó de miedo, pero finalmente decidieron seguir adelante; después de dos años han demostrado lo contrario.
Uno de los factores de éxito ha sido la atención de Sebastián, Alexander y Lina con los clientes, respetando a los que ya saben qué quieren, dándoles la posibilidad de abrir el texto para ojearlo. A los que llegan como una tabula rasa, les aplican el método mayéutica, a través de hábiles preguntas los inducen a escoger los libros según sus preferencias.
Cuando no está la referencia por la que alguien llega preguntando, ellos brindan la asesoría al cliente y lo buscan en las editoriales hasta encontrarlo. En cualquiera de los casos ellos dan la posibilidad de reclamarlo en la tienda o enviarlo hasta un destino.
En el camino se han encontrado personas que más que clientes se han hecho amigos de la librería. Un señor que va al lugar cada cierto tiempo, se queda observando los libros hasta que compra, cuando lo hace, los deja en Resplandor para que los colaboradores lo lean, luego vuelve y los reclama.
Otro cliente fiel es un chico que va a la librería con cierta periodicidad, todos creían que era un estudiante de filosofía, pero luego se dieron cuenta que era un ejecutivo importante. También va con frecuencia un profesor de la Universidad de Medellín, quien a pesar de tener librerías cerca, prefiere ir hasta Resplandor, pasa horas mirando qué hay, pero lo que más pregunta es por la editorial Gredos, que cuenta con libros de filosofía.
Además de temas humanísticos, ha empezado a crecer el público para las ciencias de la salud e ingeniería, principalmente estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, por eso cada vez se va haciendo más necesario que esos libros estén en las repisas, al igual que las joyas literarias, que para Resplandor son: Estambul, ciudad y recuerdos ilustrado; El Principito; textos de Leonardo Da Vinci en las diferentes áreas de estudio y Cien años de soledad que incluye el árbol genealógico.
Aunque es poco lo que llevan en esta nueva experiencia, se han ido transformando y han comprendido que una librería no solo se debe limitar a vender libros, también debe ofrecerle al cliente nuevos espacios de interacción, adaptándose a los cambios que ha tenido el sector. Actualmente han venido desarrollando actividades como el apoyo a escritores independientes, dándoles la posibilidad de promover su libro, realizando conversatorios y abriéndoles espacio en la vitrina.
A futuro, Resplandor pretende convertirse en un centro cultural, quieren acercar al público infantil, juvenil y adulto en más conversaciones que también incluyan al centro comercial. De igual manera, realizar concursos literarios y establecer un día a la semana para un club de lectura. En el mediano plazo la idea es abrir más sucursales en la ciudad.