Cuando pensamos en el Centro Comercial del Libro ubicado en el pasaje comercial la Bastilla, en el Centro de Medellín, generalmente evocamos el encuentro con libros ya leídos, o quizá aquellos libros descatalogados y difíciles de conseguir. Sin embargo, hay otra faceta; al descubrir una librería especializada en la oferta de libros nuevos, esa es la librería Lectópolis, un emprendimiento que surgió hace tres años, y según Yennifer H. Zuluaga, su dueña y administradora, abrió un nuevo ciclo en su vida laboral, “en un mundo que apasiona, como es el mundo del libro, en el cual todos los días se aprende algo nuevo”.
La relación de Yennifer con los libros es de toda la vida, pues los libros acompañaron su infancia y cierta soledad vivida en la adolescencia. Hoy junto a la paciente mirada (fruto de la experiencia) de su abuela Aura Aristizabal, con quien maneja la librería, día a día se entregan a la labor de formar lectores, a la vez que avanzan en su autoformación como libreras; mediada la relación construida con diferentes fondos editoriales que les permite ofrecer libros muy vigentes y seguir su meta de mejorar día a día la eficiencia en el servicio.
La librería surgió en el segundo piso del Centro Comercial del Libro, “Inicialmente comenzamos como todas las librerías comprando libros usados (nos narra Yennifer) y poco a poco fuimos haciendo pequeños pedidos a editoriales que ofrecen libros nuevos. Luego se nos presentó la posibilidad de acceder a un local en el primer piso, decidimos formalizarnos y apostar por una librería que ofreciera libros nuevos, inicialmente adquiriendo aquellos denominados Best Seller, libros que dada su rotación permiten recoger un capital que a la vez se vuelve a reinvertir en aquellas novedades que las editoriales ofrecen, así nació Lectópolis”
Bien sabemos que la gerencia de un emprendimiento es lo que hace posible que este subsista en el mercado, en este sentido Yennifer avanza en su formación como administradora de empresas, y que mejor empresa que una librería, ese lugar donde se puede ejercer el arte de la conversación, donde las horas se esfuman en medio del quehacer diario que infiere el hecho de ser librero, “somos las primeras en llegar al Centro Comercial del Libro y normalmente somos las últimas en salir” y es entendible, pues el orden es fundamental en una librería, y más aún en una que maneja inventarios de las diferentes casas editoriales, esto hace que la labor organizativa se convierta en la manera de despejar ese mar de conocimiento que empieza rodear a los libreros, ya que el orden representa un factor diferenciador y fundamental para el fluir de los inventarios.
La proyección de la librería a partir de la pandemia, se ha dado por otros medios, “lo digital se nos vino encima” y se ha consolidado como una herramienta más para el trabajo del librero, desde allí, desde esta labor que también demanda paciencia y compromiso, Lectópolis va por la senda de ser una gran librería, donde por sobre todo priman los valores éticos. El compromiso está enmarcado por la constancia y la satisfacción de ofrecer un libro que reúne todos los requisitos para que un cliente quede contento.
También los eventos impulsan el trabajo del librero y aportan a la sostenibilidad de las librerías. La participación de Lectópolis en la última edición de la Fiesta del Libro y la Cultura, les permitió encontrar nuevos clientes, renovar inventario haciendo posible que el mapa cambie y que el cliente (exigente por demás) encuentre nuevos tesoros, esos que van surgiendo dado el gran número de novedades que normalmente ofrecen las editoriales, pues “la idea original de la librería es la de llegar a diferentes clases de públicos”. Otra exigencia que surge en la medida en que se avanza y la librería va en crecimiento, es la necesidad de manejar un sistema que permita que la rotación de inventarios se torne manejable, ese es el próximo paso a implementarse en Lectópolis.
Después de este tácito encuentro, imaginemos a nuestras protagonistas saliendo del Centro Comercial del Libro; la noche ha caído sobre Medellín, es justo el descanso después de una jornada laboral, y sin embargo, estas libreras siguen soñando con la librería que quieren llegar a tener; ha de tomar un tiempo, es verdad, pero ya se ha iniciado la travesía.
Es esta la propuesta de estas dos mujeres emprendedoras para nuestra ciudad, formar lectores estimulando el amor por los libros y así, de esta manera, contribuir con la difusión de obras que en el tiempo harán posible las transformaciones que nos debemos como sociedad.