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Leer la vida

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Leer la vida

 

La vida connota movimiento; es la manera como cada uno construye, desde circunstancias fortuitas e impredecibles, su propio camino, su propia suerte. El movimiento se manifiesta en pequeñas decisiones, en gestos cotidianos, en la forma de caminar o hablar. Aunque cada persona podría nombrar una definición propia de la vida, en todas subyace ese movimiento que transforma una cosa en otra, lleva un niño a ser anciano o convierte la semilla en ese árbol de largos brazos debajo del cual una pareja de enamorados se besa o lee un libro sobre un país lejano.

La literatura, como la vida, también se mueve. Es un reflejo de lo que somos y de lo que soñamos. Cada página abre un horizonte de posibilidad donde cabe encontrarse un personaje bonachón que se ríe de cualquier desgracia; o adentrarnos en un diálogo que nos sirve para comprender las razones de alguien para dejarlo todo por la mujer que ama. La literatura es movimiento tanto como un viaje, una aventura, una forma de recordar el pasado o de imaginar el futuro.

Aunque podemos enumerar una multitud de caminos para mostrar las conexiones entre la literatura y la vida, hay tres rutas, cada una con su propio paisaje, que se destacan entre las demás: la ciencia, la sociedad y la cultura. La ciencia nos revela detalles inimaginables sobre el origen del universo, el desarrollo de las especies, lo microscópico y lo macroscópico. En la sociedad, por otra parte, hay dos instancias predominantes: lo público y lo privado. Dentro de lo público cabe, por ejemplo, la noche, la calle, el protagonista de un cuento que entra en contacto con otros o se somete a las leyes y normas de un estado. En lo privado, en cambio, hay lugar para la familia, para la casa, el cuarto, las mascotas y la comida preferida; hay espacio suficiente para ser niño, adulto o anciano. Finalmente se encuentra la cultura, o mejor, la vida según la cultura, aquí influyen particularmente la tradición, el contexto o el país de origen de un autor o un personaje; la cultura determina la mirada, la forma de ver el mundo.

Aquí hay planteadas tres direcciones para acercarnos a cómo la vida se refleja en la literatura, pero además queda sugerido que el oficio de escribir o de crear historias, palabra por palabra, una detrás de otra, no solo es una tarea compleja es una tarea maravillosa.